martes, 24 de marzo de 2009


El niño Simón había fatigado a sus tutores y maestros. José Miguel Sanz, abogado, fundador del colegio de abogados de Caracas y miembro de la Real Audiencia lo llamaba “barrilito de pólvora”. El padre Andujar –amigo de Humboldt y Bompland- contratado para dictarle clases de catecismo, y el padre Negrete, como instructor de gramática, apenas podían soportarlo. Guillermo Pelgrón –quien sería actor de la revolución del 19 de abril de 1810- lo aguantaba a duras penas en las clases de latín.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qeu maaaaaaaaaaaaaabien

Unknown dijo...

Era tremendo.