martes, 24 de marzo de 2009

Tenía el don de la persuasión y sabía inspirar confianza a los demás. A estas cualidades se deben en gran parte, los asombrosos triunfos que obtuvo en circunstancias tan difíciles, que otro hombre sin esas dotes y sin su temple de alma se habría desalentado. Genio creador por excelencia, sacaba recursos de la nada. Grande siempre, éralo en mayor grado en la adversidad. “Bolívar derrotado era más temible que vencedor”, decían sus enemigos. Los reveses le hacían superior a sí mismo.En el despacho de los negocios civiles, que nunca descuidó, ni aún en campaña, era tan hábil y tan listo como en los demás actos de su vida. Meciéndose en la hamaca o paseándose, las más veces a largos pasos, pues su natural inquietud no se avenía con el reposo; con los brazos cruzados, o asido el cuello de la casaca con la mano izquierda y el índice de la derecha sobre el labio superior, oía a su secretario leer la correspondencia oficial y el sinnúmero de memoriales y cartas particulares que le dirigían.Leía mucho, a pesar del poco tiempo que sus ocupaciones le dejaban para la lectura. Escribía muy poco de su puño, sólo a los miembros de su familia o a algún amigo íntimo; pero al firmar lo que dictaba, casi siempre agregaba uno o dos renglones de su letra.Hablaba y escribía francés correctamente, e italiano con bastante perfección; de inglés sabía poco, apenas lo suficiente para entender lo que leía. Conocía a fondo los clásicos griegos y latinos, que había estudiado, y los leía siempre con gusto en las buenas traducciones francesas.Los ataques que la prensa dirigía contra él, le impresionaban en sumo grado y la calumnia le irritaba. Hombre público por más de veinte años, su naturaleza sensible no pudo nunca vencer esta susceptibilidad poco común en hombres colocados en puestos eminentes”
Semblanza o retrato de Bolívar por O´leary“Bolívar tenía la frente alta, pero no muy ancha, y surcada de arrugas desde temprana edad, indicio de pensador. Pobladas y bien formadas cejas. Los ojos negros, vivos y penetrantes. La nariz larga y perfecta: tuvo en ella un pequeño lobanillo que le preocupó mucho, hasta que desapareció en 1820, dejando una señal casi imperceptible. Los pómulos salientes; las mejillas hundidas, desde que le conocí en 1818. La boca fea y los labios algo gruesos. La distancia de la nariz a la boca era notable. Los dientes blancos, uniformes y bellísimos, cuidábalos con esmero. Las orejas grandes, pero bien puestas. El pelo negro, fino y crespo; lo llevaba largo en los años de 1818 a 1821, en que empezó a encanecer, y desde entonces lo usó cortó. Las patillas y los bigotes rubios; se los afeitó por primera vez en el Potosí, en 1825. Su estatura era de 5 pies, seis pulgadas inglesas (1 metro y 67 y medio centímetros). Tenía el pecho angosto; el cuerpo delgado, las piernas sobre todo. La piel morena y algo áspera. Las manos y los pies pequeños y bien formados. Una mujer los habría envidiado. Su aspecto, cuando estaba de buen humor, era apacible, pero terrible cuando irritado, el cambio era increible.erera increíble.
...1810. La junta de Caracas no estaba a la altura de las circunstancias históricas, -conceptuaba Bolívar. En cambio, pensaba que la sociedad patriótica, fundada “para mejorar la agricultura y la industria del país”, podría ser empleada como órgano de educación y agitación política y revolucionaria y para criticar desde allí las flaquezas y titubeos del gobierno, y ejercer presión sobre éste para obligarlo literalmente a tomar decisiones más altivas y progresistas. Era urgente conseguir que el pueblo participara en las decisiones del gobierno. El temor y desprecio de la criollocracia mantuana hacia el pueblo raso, podrían ser inteligentemente capitalizadas por los españoles, como en efecto ocurriría en breve tiempo.En la noche del 3 de julio de 1811, Simón Bolívar hizo uso de la palabra para refutar a los timoratos congresistas que acusaban a la Sociedad Patriótica de erigirse en otro congreso para dividir al pueblo. “No es que haya dos congresos –dijo Bolívar en tono beligerante. ¿Cómo fomentarían el cisma los que más conocen la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva para animarnos en la gloriosa empresa de nuestra libertad! ¡unirnos para reposar y dormir en los brazos de la apatía, ayer fue mengua, hoy es traición! Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. Y ¿qué dicen? Que debemos comenzar con una confederación ¿Cómo si todos no estuviéramos confederados ccontra la tiranía extranjera! ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos, o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? ¿Estas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas! Que los grandes proyectos deben prepararse con calma. ¿Trescientos años de calma no bastan? ¿Se requieren otros trescientos años todavía?!
Simón Rodríguez recibió con plenos poderes el encargo de educar a Simón Bolívar. Para ello Rodríguez insistió en abandonar la ciudad, trasladarse con su alumno a San Mateo y entrar en contacto con la naturaleza. Su método: enseñar la historia en forma de relatos. Su filosofía: entrar en contacto con el sentido común de las gentes y con la naturaleza. No emplearía textos dogmáticos: la vida es el más prodigioso libro y la tierra la mejor escuela. Su objeto: totalizar la identidad de hombre-pueblo-tierra. Para ello había que andar leguas y leguas, escalar montañas, contemplar el crepúsculo en la llanura, sorprender la alborada en el pico de los pájaros, aspirar el semen etéreo desprendido de los árboles y de las flores, nadar en los ríos, montar a caballo, convivir con los indios y los esclavos, compartir la carne ahumada con los llaneros y, en suma, aprender esa inter-relación que hay entre el ala del insecto y los astros, entre el viento cabalgando sobre las colinas y las formas que asumían las protuberancias de la tierra, que semejaban senos de una mujer atormentada. Después de lo anterior su alumno podía dedicarse a la lectura de los clásicos griegos y latinos, de los filósofos y pensadores de la Europa ilustrada, y estudiar la historia de los pueblos, incursionar en las matemáticas y elaborar su propio código de rebeldía para llevarlo a la práctica.

El niño Simón había fatigado a sus tutores y maestros. José Miguel Sanz, abogado, fundador del colegio de abogados de Caracas y miembro de la Real Audiencia lo llamaba “barrilito de pólvora”. El padre Andujar –amigo de Humboldt y Bompland- contratado para dictarle clases de catecismo, y el padre Negrete, como instructor de gramática, apenas podían soportarlo. Guillermo Pelgrón –quien sería actor de la revolución del 19 de abril de 1810- lo aguantaba a duras penas en las clases de latín.
En la Campaña de Apure fue notoria los padecimientos, el hambre y la desnudez de ambos ejércitos producto de la falta de recursos existentes en Los Llanos. El Libertador usaba una gorra que los ingleses de La legión Británica miraban como de mala suerte. Un día en que la gorra cayó al agua en el río Arauca los legionarios lanzaron hurras porque a esa prenda la culpaban de sus infortunios.
En 1819 El Libertador no conocía personalmente a Sucre y subiendo el Orinoco se encuentra frente a el en una flechera.Bolívar pregunta: ¿Quién va en la flechera?“El general Sucre” Le contestan.“No hay tal General” responde Bolívar.Sucre tiene que explicarle que sus servicios le habían hecho merecedor del ascenso, pero si no era del agrado del General Bolívar no aceptaría el grado. El caraqueño presento excusas y desde ese momento una gran amistad los unió.
En 1808 Bolívar y Antonio Nicolás Briceño tienen un pleito por linderos de sus haciendas, Briceño no quiere que el héroe caraqueño abra un callejón entre las fincas Santa Gertrudis y La Fundación y el otro insiste en realizarla.
Un día los dos futuros revolucionarios se enfrentan en una pelea a puños. Briceño saca una pistola y el caraqueño rápidamente se le echa encima impidiéndole hacer uso del arma.
Los esclavos que los acompañan se acometen defendiendo a cada uno de sus señores. Un Proceso judicial largo sigue al duelo personal.
Un día acercándose Sucre a caballo a un grupo en que se encuentra El Libertador Simón Bolívar, su Edecán Florencio O´Leary le pregunta:
¿Quién es ese mal jinete que se no acerca?
Es, responde Bolívar, uno de los mejores oficiales del Ejército. Reúne los conocimientos profesionales de Soublette, el bondadoso carácter de Briceño, el talento de Santander y la actividad de Salom. Por extraño que parezca, no se le conoce ni se sospecha sus actitudes. Estoy resulto a sacarle a la luz, persuadido de que algún día me rivalizara.
Simón Bolívar fue un muchacho indisciplinado y salvaje, por esta razón antes de la muerte de su madre queda a cargo del Licenciado José Sáenz, consejero familiar y manejador de las propiedades de los Bolívar. Dos anécdotas nos dibujan las relaciones entre el niño rebelde y el rígido caballero. Un día el licenciado Sáenz lo llamo barrilito de pólvora y Simón le respondió:
“Tenga cuidado, no se me acerque puedo estallar.”
Otro día mientras cabalgaban juntos, Sáenz en un caballo y Bolívar en burro, el Licenciado le dice:
“Me temo que usted nunca será un buen jinete.”
A lo que el niño le respondió:
“Como voy a ser un buen jinete, montando un burro demasiado débil para cargar leña.”